31 poemas de
Emily Dickinson

Talent, creativity, geniality, originality, use of literature figures and challenge of the existing definitions of poetry, are few of the characteristics that made Emily Dickinson one of the fundamental pillars in modern poetry worldwide.

Her works are full of symbolisms that come from from several sources of inspiration such as politic postures, social influence and puritan education; which are also filled with an incredible use of the english language to create apparent errors, but at the same time rhyme in a way that hasn't been seen anywhere.

In this section there are some of the most prominent and important poems from this creative author.


1.

Poema 37

Corazón, le olvidaremos
en esta noche tú y yo.
Tú, el calor que te prestaba.
Yo, la luz que a mí me dio.
Cuando le hayas olvidado
dímelo, que he de borrar
aprisa mis pensamientos.
Y apresura tu labor
no sea que en tu tardanza
vuelva a recordarle yo.


2.

Selección

De las almas creadas
supe escoger la mía.
Cuando parta el espíritu
y se apague la vida,
y sean Hoy y Ayer
como fuego y ceniza,
y acabe de la carne
la tragedia mezquina,
y hacia la Altura vuelvan
todos la frente viva,
y se rasgue la bruma...
yo diré: Ved la chispa
y el luminoso átomo
que preferí a la arcilla.


3.

Poema 815

El lujo de entender
el lujo sería
de mirarte una sola vez
y volverme un Epicuro
cualquiera de tus presencias sirve
de futuro alimento
apenas recuerdo haber muerto de hambre
tan bien surtida estaba -
el lujo de meditar
el lujo era
darme el festín de tu semblante
otorga suntuosidad
en días habituales, cuya lejana mesa
como la certidumbre recuerda
está puesta con una sola migaja
la conciencia de ti.


4.

Fue muy tarde para el hombre

Fue muy tarde para el Hombre
pero temprano todavía para Dios
La Creación, impotente para ayudar
pero la plegaria quedaba de nuestro lado
Qué excelente el Cielo
cuando la Tierra no se puede tener
Que hospitalario, entonces, el rostro
de nuestro viejo vecino, Dios.


5.

Que yo siempre te amé

Que yo siempre amé
yo te traigo la prueba
que hasta que amé
yo nunca viví -bastante-
que yo amaré siempre
te lo discutiré
que amor es vida
y vida inmortalidad
esto -si lo dudas- querido,
entonces yo no tengo
nada que mostrar
salvo el calvario


6.

Poema 128

Dame el ocaso en una copa,
enumérame los frascos de la mañana
y dime cuánto hay de rocío,
dime cuán lejos la mañana salta
dime a qué hora duerme el tejedor
que tejió el espacio azul.

Escríbeme cuántas notas habrá
en el nuevo éxtasis del tordo
entre asombradas ramas
cuántos caminos recorre la tortuga
cuántas copas la abeja comparte,
disoluta del rocío.

También, ¿quién puso la base del arco iris,
también, quién guía las esferas dóciles
por juncos de azul flexible?
¿Qué dedos atan las estalactitas
quién cuenta la plata de la noche
para saber si nadie está en deuda?

¿Quién edificó esta casita albana
y cerró herméticamente las ventanas
que mi espíritu no puede ver?
¿Quién me dejará salir un día de gala
con implementos de vuelo,
fugaz pomposidad?


7.

Certidumbre

Yo jamás he visto un yermo
y el mar nunca llegué a ver
pero he visto los ojos de los brezos
y sé lo que las olas deben ser.
Con Dios jamás he hablado
ni lo visité en el Cielo,
pero segura estoy de a dónde viajo
cual si me hubieran dado el derrotero.


8.

Coloquio

Había muerto yo por la Belleza;
me cercaban silencio y soledad,
cuando dejaron cerca de mi huesa
a alguno que murió por la Verdad.
En el suave coloquio que entablamos,
vecinos en la lúgubre heredad,
me dijo y comprendí: Somos hermanos
una son la Belleza y la Verdad.
Y así, bajo la noche, tras la piedra,
dialogó nuestra diáfana hermandad
hasta que el rostro nos cubrió la yedra
y los nombres borró la eternidad.


9.

en mi flor me he escondido

En mi flor me he escondido
para que, si en el pecho me llevases,
sin sospecharlo tú también allí estuviera...
Y sabrán lo demás sólo los ángeles.
En mi flor me he escondido
para que, al deslizarme de tu vaso,
tú, sin saberlo, sientas
casi la soledad que te he dejado.


10.

Podría estar más sola sin mi soledad...

Podría estar más sola sin mi soledad,
tan habituada estoy a mi destino,
tal vez la otra paz,
podría interrumpir la oscuridad
y llenar el pequeño cuarto,
demasiado exiguo en su medida
para contener el sacramento de él,
no estoy habituada a la esperanza,
podría entrometerse en su dulce ostentación,
violar el lugar ordenado para el sufrimiento,
sería más fácil fallecer con la tierra a la vista,
que conquistar mi azul península,
perecer de deleite.


11.

Ensueño

Para fugarnos de la tierra
un libro es el mejor bajel;
y se viaja mejor en el poema
que en el más brioso y rápido corcel
Aun el más pobre puede hacerlo,
nada por ello ha de pagar:
el alma en el transporte de su sueño
se nutre sólo de silencio y paz.


12.

Un sueño largo, largo, ya un famoso sueño...

Un sueño largo, largo, un ya famoso sueño,
que señales no da de que se está acercando el día,
pues no mueve ni un párpado el durmiente:
un sueño independiente y apartado.
¿Pereza como ésta se vio nunca?
En orilla de piedra,
bajo el calor, dejar pasar los siglos
y ni una vez mirar si el mediodía llega.


13.

La sortija

En mi dedo tenía una sortija.
La brisa entre los árboles erraba.
El día estaba azul, cálido y bello.
Y me dormí sobre la yerba fina.
Al despertar miré sobresaltada
mi mano pura entre la tarde clara.
La sortija entre mi dedo ya no estaba.
Cuanto poseo ahora en este mundo
es un recuerdo de color dorado.


14.

Altivez

Sólo sabemos toda nuestra altura
si alguien le dice a nuestro ser: ¡Levanta!
Y entonces, fiel consigo, se agiganta
hasta llegar al cielo su estatura.
De la vida común sería ley
el heroísmo en el humano ruedo
si no nos doblegáramos al miedo
de vernos y sentirnos como un rey.


15.

Presentimiento

Presentimiento es esa larga sombra
que poco a poco avanza sobre el césped
cuando el sol sus imperios abandona...
Presentimiento es el susurro tenue
que corre entre la hierba temerosa
para decirle que la noche viene.


16.

A una casa de rosa no te acerques

A una casa de rosa no te acerques
demasiado, que estragos de una brisa
o el rocío inundándola -una gota -
abatirán su muro, amedrentado.

Y atar no intentes a la mariposa,
ni escalar setos del arrobamiento.
Hallar descanso en lo inseguro
está en el mismo ser de la alegría.


17.

Poniente

Velámenes de púrpura se mecen
con suavidad en mares de narciso;
marineros fantásticos se esfuman
y queda el muelle en la quietud sumido.


18.

Pequeñez

Es cosa tan pequeña nuestro llanto;
son tan pequeña cosa los suspiros...
Sin embargo, por cosas tan pequeñas
vosotros y nosotras nos morirnos.


19.

Estatura

Poder discrecional tuve en mi mano
y con denuedo contra el mundo fui;
dos veces temeraria lo he afrontado
tan sólo con la honda de David.
Aunque la piedra le arrojé segura
fui sólo yo la que me desplomé:
¿de Goliat fue muy grande la estatura
o quizá fue mayor mi pequeñez?


20.

Morir no duele mucho

Morir no duele mucho:
nos duele más la vida.
Pero el morir es cosa diferente,
tras la puerta escondida:

La costumbre del sur, cuando los pájaros
antes que el hielo venga,
van a un clima mejor. Nosotros somos
pájaros que se quedan:

Los temblorosos junto al umbral campesino,
que la migaja buscan,
brindada avaramente, hasta que ya la nieve
piadosa hacia el hogar nos empuja las plumas.


21.

Los sueños son el sutil don

Los sueños son el sutil don
que nos vuelve ricos por una hora
luego nos arrojan pobres.

Afuera de la púrpura puerta
En el precinto frío
Anterior antes poseído.


22.

Cuando cuento las semillas

Cuando cuento las semillas
sembradas alla abajo
para florecer así, lado a lado;
cuando examino a la gente
que tan bajo yace
para llegar tan alto;
cuando creo que el jardín
que no verán los mortales
siega el azar sus capullos
y sortea a esta abeja,
puedo prescindir del verano, sin queja.


23.

Saber llevar nuestra porción de noche

Saber llevar nuestra porción de noche
o de mañana pura;
llenar nuestro vacío con desprecio,
llenarlo de ventura.
Aquí una estrella, y otra estrella lejos:
alguna se extravía.
Aquí una niebla, más allá otra niebla,
pero después el día.


24.

Es la dicha un abismo por lo tanto

¿Es la dicha un abismo por lo tanto
que no me deja dar un paso en falso
por miedo a que el calzado se me arruine?
Prefiero que mis pies se den el gusto
a cuidar los zapatos porque
en cualquier zapatería una
puede comprar
un nuevo par

Mas la dicha se vende una vez sola.
Perdida la patente
nadie podrá comprarla nunca más
Díganme, pies, decidan la cuestión
¿debe cruzar la señorita, o no?
¡Expídanse, Zapatos!


25.

El dolor expande el tiempo

El dolor expande el tiempo
dentro se agazapan siglos
la menuda circunferencia
de un único cerebro
El dolor contrae el tiempo
ocupadas con el golpe
eternidades enteras
son como no eran.


26.

Bueno es soñar. Despertar es mejor...

Bueno es soñar. Despertar es mejor
si se despierta en la mañana.
Si despertamos a la media noche,
es mejor soñar con el alba.
Más dulce el figurado petirrojo
que nunca alegró el árbol,
que enfrentarse a la solidez de un alba
que no conduce a día alguno.


27.

Soy nadie ¿Tú quién eres?

Soy nadie. ¿Tú quién eres?
¿Eres tú también nadie?
Ya somos dos entonces. No lo digas:
lo contarían, sabes.
Qué tristeza ser alguien,
qué público: como una rana
decir el propio nombre junio entero
para una charca admiradora.


28.

Sobreviví la noche de un modo secreto

Sobreviví la noche de un modo secreto
y entro en el día.
Le basta al que está a salvo saber que fue salvado
aunque no sepa el cómo.

Tomo, pues, mi lugar entre los vivos,
como quien deja que lo lleven,
candidata al azar de la mañana
pero citada con los muertos.


29.

Percibir un objeto cuesta

Percibir un objeto cuesta
la exacta pérdida del objeto
percibirlo en sí mismo es una ganancia
que responde a su precio.

Un objeto absoluto -no existe-
la percepción lo embellece
y luego reconviene perfecciones
los sitúa mas lejos.


30.

La rata es breve locataria

La rata es breve locataria.
No paga renta.
Repudia las obligaciones
y persigue sus combinaciones

Jugando con nuestra astucia
se esconde o se esquiva
el odio no daña.

A ese enemigo tan reciente
ningún decreto puede escluirlo
tiene su ley, el equilibrio.


31.

Embriaguez

En jarros tallados en nácar
apuro un licor ignorado...
Tal vez ni del Rhin en las cavas
pudiera mi sed encontrarlo.
Con una embriaguez de rocío,
borracha de incógnitos hálitos,
tabernas de azul diluido
recorro en perpetuos veranos.
Cuando las abejas
y las mariposas,
agobiadas, ebrias,
vuelen de las pomas,
aún libaré yo mi vaso
de extraño licor...
Hasta que los ángeles
me agiten su níveo penacho,
y a los ventanales
celestes se asomen los santos
para contemplarme
borracha de azul y de sol.